La lumbalgia o dolor en la zona lumbar es posiblemente la dolencia más frecuente del ser humano, pues raro es el individuo que no experimenta algún episodio de dolor agudo (lumbago) a lo largo de su vida. Como proceso médico, el dolor lumbar es también una de las consultas más frecuentes por patología del aparato locomotor tanto en Atención Primaria como en Especializada, donde por su naturaleza multidisciplinar con frecuencia es objeto de un «peloteo» entre los distintos especialistas implicados en el tratamiento: traumatólogo, reumatólogo, rehabilitador, neurocirujano y en ocasiones el psiquiatra.
Por su duración se distinguen tres tipos de lumbalgia:
- Aguda: menos de seis semanas
- Subaguda: entre seis semanas y tres meses
- Crónica: más de tres meses
En cualquier parte de nuestro cuerpo, el dolor agudo es «bueno» porque actúa como señal de alarma de una lesión o enfermedad, ayuda a localizarlas y obliga a tratarlas. En cierto modo es un mecanismo de defensa del organismo frente a las numerosas patologías que pueden atacarlo. Una vez tratada la causa, el dolor agudo cede sin necesidad de administrar calmantes.
El dolor crónico, por el contrario, es «malo» porque ha perdido esa función de alarma que favorece la curación para convertirse en un sufrimiento estéril que deteriora la calidad de la vida y llega a amargar la de muchos pacientes. El dolor crónico constituye por sí mismo una enfermedad de difícil tratamiento y las Unidades de Dolor Crónico son con frecuencia la última parada de un proceso asistencial rayano en el desahucio.
En este artículo nos ocuparemos de los factores que favorecen la cronificación del dolor lumbar. La lumbalgia crónica consiste en un dolor sordo, intermitente o continuo, uni o bilateral, que puede aliviarse o agravarse con ciertas posturas o actividades y acentuarse unas veces por la noche y otras al despertar. En general son las posiciones estáticas las que se hacen penosas, llegando a ser intolerables en ocasiones. A diferencia de la lumbalgia aguda, no irradiada (lumbago) o irradiada por una o ambas extremidades inferiores (lumbociatalgia), la crónica es compatible con una buena movilidad.
Podemos distinguir dos grandes causas de la lumbalgia crónica:
- La lumbalgia pura, de aparición insidiosa, traduciendo, en general, un desequilibrio estatodinámico del raquis.
- La lumbalgia residual, como secuela de un accidente discal agudo (lumbago o ciática)
El dolor crónico en la parte baja de la espalda no siempre se debe a una alteración física de la columna vertebral. Actualmente se han comenzado a estudiar los factores que se asocian a un mayor riesgo de padecer dolores duraderos e incluso permanentes de espalda. Son los siguientes:
Sobrepeso, probablemente por el aumento de carga que conlleva para la columna vertebral.
Alta estatura: el dolor de espalda es más frecuente entre quienes son más altos, por el aumento de carga sobre la columna vertebral
Flexo-extensión repetida de la columna:
Probablemente el principal mecanismo sea el aumento de la presión que se produce en el interior del disco intervertebral al flexionar la columna. Sí en ese momento se carga peso y se endereza la columna, la presión en la parte posterior del disco se incrementa tanto que puede físurarlo o romperlo, produciendo una hernia discal. Ese proceso puede ocurrir de una vez, si el esfuerzo es intenso, pero suele producirse por un mecanismo de acumulación; cada flexión inadecuada va aumentando el impacto del núcleo pulposo en la envuelta fibrósa del disco, erosionándola hasta fisurarla o romperla.
Además del disco, también la musculatura se sobrecarga al mantenerse inclinado hacía adelante. Esa postura se mantiene esencialmente por la tensión controlada de la musculatura paravertebral, glútea e isquiotíbial, que impide que el cuerpo caiga hacia adelante. Cuanto mayor es el ángulo de flexión, mayor el esfuerzo que debe realizar la musculatura lumbar y menor el número de segmentos que lo hacen.
Estudios mecánicos demuestran que la sobrecarga discal y muscular es mayor si la inclinación se hace con las piernas estiradas, y menor si se flexionan las rodillas y se mantiene la espalda recta.
4. Torsión o rotación de la columna. Por la forma de las vértebras, la columna cervical puede rotar más que la dorsal, y ésta más que la lumbar. Probablemente, la repetición de rotaciones excesivas en la columna lumbar puede sobrecargar la articulación facetaria y la musculatura, e incluso tal vez también el disco, especialmente si se hace cargando peso.
5. Esfuerzos, por un mecanismo de sobrecarga, y especialmente si se realizan en posturas de flexo-extensión o rotación.
Un esfuerzo muy intenso puede provocar dolor de espalda. Si la musculatura es muy potente, se lesiona antes que el disco intervertebral. En ese caso el dolor provocado por la lesión muscular dolorosa pero benigna y que suele resolverse por sí misma en unos días, evita que se mantenga el esfuerzo y protege el disco intervertebral. Sí la musculatura no es suficientemente potente, el disco intervertebral puede lesionarse a la vez que la musculatura.
La repetición de esfuerzos excesivos, aunque no tremendamente intensos, puede provocar dolor de espalda por la acumulación de pequeñas lesiones en el disco intervertebral, la articulación facetaria o la musculatura.
Un esfuerzo excesivo no significa siempre cargar peso; la adopción de posturas inadecuadas puede sobrecargar la musculatura o las estructuras de la columna vertebral. Si las posturas inadecuadas se mantienen suficiente tiempo o se repiten con frecuencia pueden causar dolor de espalda por un mecanismo de sobrecarga aunque no conlleven cargar peso.
En BIOESTIMULACION MONTEVIDEO realizamos una terapia combinada de Proloterapia para bloquerar el dolor, combinado con Plasma Rico en Factores de crecimiento que devuelven la estructura a los nervios involucrados, reparan y desinflaman la zona afectada.
Комментарии